Filosofía Arte por la Paz
Intentemos imaginar lo majestuoso y tal vez infinito que es el Universo, un viaje imaginario entre las estrellas, galaxias…allí al fondo La Vía Láctea, donde se sitúa este pequeño punto en el que nos situamos, el planeta Tierra. Con esta perspectiva podremos entender que Todos Somos Uno: El Ser humano. Un Ser en constante evolución. Somos el fruto de todas las historias vividas, pero también las semillas de las vidas que vendrán.
Educar en vez de formar. Aprender a desarrollarnos humanamente, aprender a vivir en paz y equilibrados…Un nuevo modelo de educación es nuestra reivindicación.
Individualmente somos un Universo de emociones, de vivencias, de realidades independientes. Todos Somos Uno, pero a la vez Uno lo es todo.
Aprender a educar nuestros pensamientos, aprender a equilibrar nuestras emociones, a gestionar nuestros miedos… es el camino de la evolución.
Somos cuerpo físico, mental y emocional, el primero lo conocemos bastante bien, pero los otros dos en pleno siglo XXI y con todos los conocimientos adquiridos los hemos dejado de lado (a excepción de diferentes filosofías asiáticas o americanas que son legados milenarios). En «occidente» tenemos que encontrar nuestro sitio.
¿Cuántos de ustedes son capaces de mantener dos minutos de silencio mental?
¿Cuántos somos capaces de frenar a tiempo una emoción dañina? Como podemos pedir el fin de un gran conflicto cuando a nivel individual no hemos aprendido a frenar la ira, los celos…
¿Cuántos accidentes laborales y de tráfico evitaríamos si hubiéramos enseñado a silenciar nuestros pensamientos y estar en el presente cuando la situación lo requiere?
Pero estos ejemplos solo son una pequeña muestra, porque lo realmente importante es descubrir ¿cuál es la relación entre lo que nos sucede en el exterior, en esta realidad compartida, trabajando nuestro interior, esa realidad individual?
Por ahora no hay ciencia, pues no hay nada demostrado, solo hay teorías. Nos toca practicar individualmente y para ello se necesitan conocimientos, práctica y paciencia, mucha paciencia y constancia pues son miles de años donde nos han controlado, desde la política, religión, economía…con el miedo, capando nuestra creatividad como seres humanos.
Somos las piezas de este tablero de ajedrez que es la vida. Esta metáfora queda reflejada en esta partida que invito a jugar a «guerre@s» que quieran observar los cambios que ocurren en nuestra realidad trabajando nuestro interior (click en foto).
En los primeros años de nuestra vida es cuando forjamos la personalidad que nos va a lanzar o hundir el resto de nuestra vida.
Debemos tratar la comunicación entre padres, madres, hijos e hijas.
No olvidemos nunca que la máxima necesidad de nuestros hijos/as y el motor para estabilidad emocional, es nuestro amor y hay que demostrárselo frecuentemente. Igualmente hay que transmitirles seguridad, muchas veces reflejada en los hábitos diarios.
Es importante aprender a “escuchar a nuestros hij@s” para detectar a tiempo sus llamadas de atención, saber interpretarlas y así poder reaccionar correctamente.
Ser conscientes de comportamientos que se repiten en la cadena generacional, para así poder cortar eslabones. Para ello es necesario conocer, mínimamente, la vida de nuestros padres y madres, abuelos y abuelas.
Todo nace en este punto de encuentro y de unión que es nuestra Madre Tierra. Arte en estado puro.
Educar con las emociones que nos hagan sentirnos naturaleza nos llevará a disfrutar del planeta a la vez de protegerlo
La Paz, la felicidad…son emociones, por esa razón podremos llegar a esos estados trabajando desde nuestro interior.
Crear e implantar un sistema educativo que nos ayude a aprender a vivir: educando pensamientos, emociones, calmando los miedos que paralizan nuestra capacidad como seres humanos…Muchas veces somos nuestros peores enemigos.
Implantar un sistema educativo integral y significativo, que trabaje la cooperación y los valores Universales.
Un sistema educativo donde el Arte, las diferentes disciplinas artísticas, tengan el valor en la educación que merece, como herramienta imprescindible para emocionar, sensibilizar…en definitiva: hacernos sentir la vida.